Apegos feroces de Vivian Gornik / Cecilia Santiago
“Vivian la niña y luego Vivian la mujer logran desentrañar que la vida de una mujer determinada por el amor, los maridos al centro de todo y ellas como satélites moviéndose en sus orbitas son todas narrativas de subyugación que pasan de generación en generación para sostener un sistema en el que la inequidad y la desigualdad es lo único que impera.”
Vivian Gornik compone Apegos feroces (Sexto Piso) rememorando pasajes de su propia vida. Este libro que tiene copyright de 1987, lleva a quien lo lee a diversas caminatas con la feminista y su madre por la ciudad de New York en los años setenta y también a una inmersión en un hogar judío en el Bronx de los cuarenta y cincuenta en un edificio de un barrio obrero y migrante en el que las mujeres son la pieza clave del discernimiento cultural de una niña.
Hay una sola forma de ser mujer. Hay mujeres buenas y mujeres incapacitadas para serlo, no importa que estén definidas por su sexo. La representación devocional de una mujer para cumplir el rol de esposa, para confirmar que el amor de un hombre sostiene el mundo y vale la pena; o la revalidación del amor que se le tiene a un hombre como justificación de cualquier agravio, carencia o ausencia. El amor como la única evidencia para quitarse la ropa y acostarse con uno.
El amor en el lenguaje de la madre imperfecta, es expresado como un sentimiento moral elevado, de naturaleza espiritual. Las mujeres se juzgan superiores o inferiores según su capacidad de sentir el profundo lazo inmaterial que las vincula al padre de sus hijas e hijos y son aún más magnánimas si les sobreviven sin sentir nunca más.
Vivian la niña y luego la mujer logran desentrañar que la vida de una mujer determinada por el amor, los maridos al centro de todo y ellas como satélites moviéndose en sus órbitas son todas narrativas de subyugación que pasan de generación en generación para sostener un sistema en el que la desigualdad y la violencia es lo único que impera. Nettie y su hijo son un ejemplo pavoroso de esa escuela, de ese poder.
Esta memoria tiene más de treinta años de haber sido publicada y es totalmente vigente. Mi familia y muchas otras familias a mi alrededor están formadas de mujeres enloquecidas, embrutecidas, enajenadas, vehementes que se han tragado la historia de la supremacía matrimonial. En nuestros días es difícil conciliar la vida familiar y de pareja libre de opresión de género. Los recientes acontecimientos de denuncia y acción directa de miles de mujeres de todas las edades frente a la realidad son una posición política feminista necesaria, porque seguimos siendo valoradas y nos valoramos a partir de nuestra capacidad de servir, ceder, callar y no pelear, todo en nombre del amor.
Cuando la madre de Vivian dice en voz alta que la infelicidad socialmente desperdigada es resultado de la falta de emoción romántica, está hablando de lo que a su juicio es un defecto de su hija y de todas las mujeres que se niegan o son incapaces de habitar un hombre en el sentido más amplio de la palabra. Dejar de aguantar es como elegir que la oscuridad cubra la Tierra.
Apegos feroces me pareció al principio un título que simbolizaba la relación de la escritora con su madre, una madre que exaspera con sus mitos y construcciones abnegadas sobre el amor, la felicidad o el matrimonio o que era el cuchicheo de esas esposas y madres validándose o invalidándose. Pero a medida que se avanza, pensé que los apegos son todas esas cosas que nos lastran, y son feroces, porque se sublevan desde furias inaudibles que permanecen constantes a pesar de las revoluciones o los cambios aparentes, demonizando el presente e idealizando el pasado que no es más que la vida de otros siglos que se aferran a subsistir promoviendo el desprecio y la crítica de quienes deseamos distinto.
Es como pensar que es mejor tener un apego infeliz a una soledad sosegada en la que se pueda sentir, pensar, escribir…
Bueno, bueno; a mi Apegos Feroces me recordó lo que ha sido mi feminismo. Me recordó mi sino cultural y generacional, pero no se asusten, es una historia maravillosamente bien escrita, una descripción atemporal y urbanística para los amantes de esa ciudad caótica y cosmopolita, una invitación a caminar, escucharnos y conversar. Es un relato cotidiano, interesante, lleno de imágenes vibrantes sobre las experiencias humanas.
Muy buena reseña, me ha encantado cómo describes la historia, y ahora tengo muchas ganas de leer el libro
Hola, que interesante resulta la reseña que has hecho y de un tema por demás controversial, sumamente actual. Me urge leerlo.