“Quien teme a la muerte” de Nnedi Okorafor / Por Pablo Delgadillo

“…Conforme la muerte se acerca, la mujer reflexiona…”


En una isla en medio de un gran lago donde confluyen siete ríos, Rana el profeta ha vaticinado la llegada de una poderosa hechicera que reescribirá el Gran Libro y detendrá el conflicto étnico entre okekes y nurus.

No obstante, hay algo que no cuadra con sus dichos. No existen en toda África hechiceras con semejante poder. Tan solo por el simple hecho que el juju avanzado, aquella magia que implica conocer los puntos místicos y que otorga gran poder, solo se enseña a los varones. Ningún hechicero tomaría por aprendiz a una mujer por el peligro que representan su impulsividad y su sentimentalismo.

Pese a todo eso, siempre es mejor prevenir. Mientras en las civilizadas ciudades que se alzan siguiendo el cauce de cada río los nuru buscan métodos para depender cada vez menos de los esclavos okekes. Afuera, en el desierto, nutridos grupos nurus se pasean en motocicleta yendo de aldea en aldea cometiendo matanzas impunemente. Las torturas y violaciones que practican allí a donde van dejan una estela de huérfanos a los que más tarde podrán convertir, tanto un bando como el otro, en niños soldado. Si se perpetúan las guerras y escaramuzas, piensan, la población okeke se mantiene controlada y de paso, se aseguran que no haya niñas aprendiendo magia.

Después de todo, el Gran Libro dice que la lucha debe continuar, que la limpieza étnica es necesaria. Nadie debería poder cambiarlo. Los okekes merecen el castigo por los tiempos que viviendo en sus extrañas cuevas intentaron conseguir la inmortalidad a través de dispositivos electrónicos. Ante semejante afrenta hacia los dioses, la guerra es la única opción posible.

En este contexto de continuo conflicto una mujer, a la que extrañamente han dejado con vida, deambula hacia el este alejándose de su aldea calcinada. Espera la muerte con ansias, en especial para el producto que crece en su vientre. Si hay algo peor que el conflicto étnico son los niños que produce.

Son ewu, niños nacidos del dolor y el odio. Repudiados en cualquier pueblo y fácilmente identificables por su piel color arena llena de pecas y sus cabellos dorados. Si sus padres no los matan apenas nacer, tarde o temprano serán lapidados hasta la muerte en cualquier pueblo, pues se sabe que acarrean las peores desgracias.

Conforme la muerte se acerca, la mujer reflexiona. La quietud y soledad del desierto sería un buen lugar para ese hijo en caso de que decidiera tenerlo. Además, en el este las masacres son apenas un rumor. El nomadismo al final se convierte en su forma de esconder al pasado y al bebé, al menos hasta que puede valerse por sí mismo.

Quien teme a la muerte fue publicada en inglés en 2010 y apenas un año más tarde ganaría el World Fantasy Award lo que le daría a su autora, prácticamente una novata, bastante reconocimiento. Nnedi Okorafor, nacida en Estados Unidos, pero de raíces africanas trae a colación continuamente temas como la ablación del clítoris, el extremismo de algunas prácticas tradicionales y las guerras étnicas en sus escritos.

En este caso nos sitúa en una África post apocalíptica de cuyo cataclismo apenas tendremos pistas sueltas. La escritura es bastante fácil a lo largo de las páginas y no se aleja de las bases tradicionales del viaje del héroe siendo quizás el principal atractivo ver la mezcla resultante al incorporar la mitología y costumbres de un continente a veces tan ajeno al contexto occidental.

El único punto negativo podría encontrarse, tal vez, en que a veces se siente como si hicieran falta detalles para entender algunos elementos de la trama. Elementos que parecen tener relevancia, pero al final no se retoman ni se vuelven a mencionar. Como si, a pesar de ser auto conclusiva y en algo aparentemente contradictorio, se haya dejado la puerta abierta a una segunda parte pese a que el mismo final no lo permitiría.

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