“Esperando a los bárbaros. Un diálogo con Cavafis y Coetzee” / Por Argentina Casanova

Argentina Casanova nos invita a revisar cómo construimos la figura del “bárbaro” – ese otro que consideramos diferente pero que, bien mirado, quizá no lo sea tanto…


En tiempos bárbaros de extrañas y encontradas posiciones, en tiempos en los que no sabemos en qué lugar nos encontramos, tal vez releer a Constantino Cavafis en Esperando a los bárbaros sea el preludio adecuado para aproximarnos no solo a la realidad que vivimos sino también como pretexto, sí, porque tal vez se “necesite”, para acercarse a la lectura de la hermosa obra del escritor sudafricano JM Coetzee (Premio Nobel 2003).

Del mismo nombre, Esperando a los bárbaros (2003), de J.M. Coetzee, es una novela fundamental para el pensamiento humano. Valga aclarar que llegué a esta obra de Coetzee, gracias al libro Relatos sobre la Violencia[1] y no es casual que en reflexiones sobre las formas que tiene la propia humanidad de acercarse a sus fronteras sobre la convivencia con el otro (sí, otro masculino y patriarcal) como lo ha hecho desde la antigüedad en su formas de hacer sociedad, pasen por mirar la violencia perpetrada contra otras personas por diferencias atravesadas por la idea de la diferencia y la superioridad de unos frente a otros.

No solo se trata de un “otro” imposible, lejano, otro que es el bárbaro desde la intimidad del pensamiento. Un enemigo invisible y a veces inasible que basta al tirano o al ciudadano para levantar fronteras, para construir muros y encerrarse tras rejas que irónicamente le protegen.

-¿Qué esperamos congregados en el foro?

Es a los bárbaros que hoy llegan.

CAVAFIS, ESPERANDO A LOS BÁRBAROS [2]

Imposible no leer entre líneas, conectar, hacer esa lectura en la que encontramos múltiples formas como la obra dialoga con otros discursos narrativos e históricos, esos vasos comunicantes con otras novelas, con otras reflexiones que nos son tan propias de este lado, desde la periferia de sabernos los “bárbaros” en el imaginario blanco y eurocéntrico, desde la mirada crítica construida en Latinoamérica por la tradición literaria que retoma el viejo dilema de la civilización frente a la barbarie, como forma de encuentro y convivencia.

Una historia que empezó un poco después del encuentro aparente entre esos mundos, entre individuos que por otro lado dieron pie al mito del bárbaro como el enemigo, como el salvaje sin cultura -aunque la tuviera- pero que al ser diferente no se reconoce como igual. El mito de Calibán como el símil del hombre que devora a otros, el caníbal de La Tempestad de William Shakespeare, el salvaje hijo de la bruja Sycorax, ligada a la naturaleza y que ha dado para tanta reflexión filosófica en nuestras latitudes que abundan en novelas como La vorágine (1924) de José Eustasio Rivera o Los pasos perdidos (1953) de Alejo Carpentier.

Y es aquí donde Coetzee le da rostro al miedo de la civilización frente a una barbarie imaginada, la romantización del miedo y el desazón, la esperanza de encontrarse en los propios pensamientos acerca de ese enemigo invisible que no llegaba, que se aproxima y que roba incluso antes de llegar, porque como un remolino atrae todo, toma lo que es suyo llevándose incluso lo que parecía domesticado, porque lo que se espera de esos otros desconocidos, esos que apenas se aproximan a lo humano es la domesticación, la renuncia a sí mismos, a que miren y se sepan iguales.

Incapaces de aceptar que tal vez el enemigo es el del espejo, se inventa a un enemigo invisible no humano, el de las periferias, el pobre, el indio, el que levanta la lanza, que hoy día se convierte en el que difiere de nuestras ideas, el que no lee, el que escucha narcocorridos, el naco, el indio patarrajada, el negro o moreno, el desclasado, o aquel con el que tenemos diferencias ideológicas.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron

hoy con rojas togas bordadas;

por qué llevan brazaletes con tantas amatistas

y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;

por qué empuñan hoy preciosos báculos

en plata y oro magníficamente cincelados?

Porque hoy llegarán los bárbaros;

y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

Coetzee, eSPERANDO A LOS BÁRBAROs

Que el miedo es el mejor invento para controlarnos, para someternos frente a lo desconocido, inmovilizar y ser los otros no necesariamente es ser minoría, incluso las minorías nombra a los otros a la masa “los bárbaros”.

Coetzee se asoma a estas reflexiones, en un lenguaje sencillo, profundo que pasa por lo filosófico en metáforas sencillas:

¿Suceden cosas horribles mientras nosotros dormimos por la noche? El chacal arranca las entrañas de la liebre, pero el mundo sigue su curso.

Paso otro día y otra noche alejado del imperio del dolor.  

Coetzee, eSPERANDO A LOS BÁRBAROs

Donde el chacal es ese sistema social que nos despedaza a todos, donde todos preferimos dar la espalda a esa realidad, voltear el rostro hacia otro lado para no tomar conciencia de la terrible dimensión de la crueldad humana, de la maldad y lo que se hace en aras de un miedo a un enemigo que no estamos seguros de que existe, que incluso termina siendo ese del espejo.

Algunas veces incluso quienes escribimos, pensamos y nos reconocemos en ese dilema de alejarnos del imperio del dolor, en una burbuja que nos construimos bajo el pretexto de que hacemos otras cosas, hacemos teoría y construimos argumentos para la defensa de derechos humanos, hacemos crítica de escritorio, interpelamos a un sistema imaginario desde nuestras redes sociales. Cuando en realidad solo somos ese ser temeroso de vivir la realidad. Y quizá nos hallaríamos desnudos y sin causa al saber que ese enemigo invisible no existe, por eso elegimos pensar que por hoy no ha venido, pero quiénsabe tal vez un día por fin salte las barreras, las fronteras y llegue como ladrón, como migrante, como la mujer que pide monedas mientras hace malabares en un alto, o desde nuestro inconsciente.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?

Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

Coetzee, esperando a los bárbaros

Esperando a los bárbaros es una novela de lectura necesaria para quienes se atreven a reconocerse encerrados en un tiempo donde el otro es siempre el enemigo necesario que justifica lo inhumano.


[1] Casas, A., & Farfán, L. F. (2013). Acercamientos desde la filosofía, la literatura y el cine (UNAM, Ed.). UNAM.

[2] C.P. Cavafis – Poesía Completa, Traducción de: Juan Manuel Macías, Ed. Pre-Textos 2015, ISBN: 978-84-16453-19-1.

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Mireya
Mireya
6 Días Antes

Y respondernos esa pregunta debería ser obligado para todo mundo, querida Arge: “¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?”

Argentian
Argentian
5 Días Antes
Responder a  Mireya

Ahora los bárbaros somos nosotros (as). De ahí que mirarnos al espejo y atrevernos debajo de la máscara sea necesario, parafraseando a Anne Skitekatte en El Silencio de Yocasta.