“Todo cuanto amé” de Siri Husvedt / Blanca Athié

“Si hubiera un adjetivo que calificara una de las novelas más aclamadas de la escritora norteamericana de ascendencia noruega sería ‘brillante'”


Escribir es un modo de localizar mi hambre,

Y el hambre no es sino un vacío.

Siri Hustvedt, Todo cuanto amé

1.- Ante todo: la memoria

Publicada en el 2003, hace exactamente veinte años, Todo cuanto amé, es quizá la novela más compleja y arriesgada de Siri Husvedt (Premio Princesa de Asturias 2019).

Leo Hertzberg, un historiador de arte, es el protagonista de esta novela narrada en primera persona. Es la historia de una memoria personal en la que transitan varias historias de fondo. Leo conoce al pintor Bill con quien llega a albergar una gran amistad. Esa amistad se vuelve el hilo poderoso en esta novela de largo aliento donde sobresale la obsesión artística, los encuentros y desencuentros y las mujeres alrededor de esta amistad: Erica (esposa de Leo y con quien llega a procrear a su único hijo), Lucille (la primera esposa de Bill y madre de su hijo Mark) y Violet, una estudiante de psicoanálisis que se convierte en la segunda esposa de Bill.

Es una novela arriesgada y compleja porque es una novela sobre la memoria como premisa principal, ¿puede la memoria ser en sí misma una creación tan poderosa como el arte?: “Al fin y al cabo, nos inventamos historias a partir del fugaz material sensorial que nos bombardea a cada instante, que no es sino una serie fragmentada de imágenes, conversaciones, aromas y contactos de personas y cosas. La mayor parte de esta información la eliminamos para vivir así algo parecido al orden, y seguimos barajando una y otra vez nuestros recuerdos  hasta que morimos”, reflexiona en las primeras páginas Hertzberg.

En ese sentido el juego de la memoria se nos presenta también como un todo ya ausente, pero ese vacío es justamente su propia hambre:

“Y entonces me retiro, retrocedo del borde como si me asaltara un ataque de fobia, y dispongo todo de un modo diferente. Talismanes, iconos, conjuros: estos objetos constituyen mis frágiles escudos de significado. Los movimientos del juego han de ser racionales. Me obligo a elaborar una argumentación coherente para cada asociación, pero en el fondo se trata de un juego mágico en el que yo soy el nigromante que invoca a los espíritus de los muertos, los ausentes y los imaginarios. Los objetos se convierten en musas de la memoria”.

Es, pues, en ese juego de la memoria donde se arriesga todo.

2.- Una novela de personajes apasionados

Y no obstante, pese a la complejidad de su enmienda, es una novela de personajes.  Son personajes que oscilan entre lo cosmopolita y lo marginal de una Nueva York que se nos muestra multicultural. Si bien los personajes principales se describen cultos, sensibles, de belleza occidentalizada, conforme llegamos a la mitad de la novela, un bagaje de personajes secundarios nos muestra el lado marginal de la música y el arte neoyorkino, y un crimen enriquece la narración notablemente.

Pero volviendo a la historia y sus protagonistas, el título nos sugiere –y no se equivoca—que estaremos frente a una historia de pasiones, si pensamos incluso en las seis pasiones primarias que Descartes proponía: admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza.

Todas estas pasiones atravesarán a sus personajes en lo más íntimo de sí para confrontarlos con ellos mismos como si de espejos paralelos se tratara: los encuentros amorosos, la creación artística, la pérdida  o el duelo de hijos, las separaciones dolorosas e irreversibles, etc.

3.- Historias familiares

Ya dijimos en párrafos anteriores que es una obra que se antoja leer como una novela de personajes atravesados por sus pasiones paralelas, pero si quisiéramos ver una historia en la misma, sería entonces la historia de una saga familiar: dos familias que se cruzan en un solo destino o en una sola memoria.

La maternidad puede ser bajo esta idea algo poderoso en los personajes femeninos, y no solamente su sexualidad. La pérdida de un hijo, la crianza en la separación, el dolor de no poder embarazarse, la dificultad de la tutoría, etcétera,  son temas que atraviesan a los tres personajes femeninos principales.

Y al mismo tiempo puede ser esta una novela sobre la paternidad, sobre el duelo, acerca de las proyecciones que hacemos sobre los hijos que imaginamos de tal o tal manera, el difícil tránsito de un adolescente, y sobre todo: las decisiones que somos capaces de tomar entre lo ético y personal por un hijo.  

Si hubiera un adjetivo que calificara una de las novelas más aclamadas de la escritora norteamericana de ascendencia noruega sería “brillante”, porque no hay nada más delicioso que un buen equilibrio entre las emociones, la inteligencia, la sofisticación e incluso la obsesión de quien retrata una historia propia como si de un espectador hambriento se tratara.

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