“Crónicas del paraíso” de Patricia Nieto / Por Miguel Ángel Hernández

“…Patricia Nieto es una cronista que nos recuerda que el periodismo también puede ser literatura y que aún hoy existen autores que aman el lenguaje.”


¿Cómo se puede contar el horror? ¿Es necesario volver a la sangre, a la muerte, al abuso para revivirlo, para lograr que el lector entienda lo que pasa en Colombia, en la región del Magdalena Medio?

Patricia Nieto es periodista, editora y profesora. Además de múltiples reconocimientos, escribió Los escogidos, una crónica que ha sido reeditada siete veces y traducida al polaco, en la que narra la creencia de los habitantes de Puerto Berrío, quienes acogen un cadáver de un desconocido (los N.N.) y le rezan a cambio de que les concedan favores. Es integrante de los Nuevos Cronistas de Indias de la Fundación Gabo y especialista en cubrir el conflicto armado colombiano. Al respecto, ha establecido una metodología en la que narra lo vivido por las víctimas, pero logra una narrativa coherente y que va más allá del simple registro de los testimonios.

Crónicas del paraíso (Tusquets 2022) reúne cuatro volúmenes previamente publicados: Llanto en el paraíso, Los escogidos, Los soberanos y Baladas. Estos trabajos son de largo aliento, con excepción del último, y en ellos la autora se permite utilizar una narrativa que se aleja del periodismo informativo llano o que simplemente registra los hechos. ¿El contexto?, el país sudamericano con su esplendoroso verde, sus miles de árboles, el canto de sus aves; pero también la marginación, el abuso, el crimen. La temática es resumida por la propia autora en una de las crónicas de Los soberanos: “Frente a la violencia ejercida por la guerrilla, los paramilitares y el ejército, las familias abandonaban las tierras, guardaban silencio o se unían con uno de ellos. La corrupción la encaraban lamentándose, aliándose con el poderoso o denunciándolo pese a no creer en la justicia. Y la pobreza los llevaba a emprender proyectos productivos que casi siempre fracasaban, tras lo cual sólo les quedaba emigrar para no caer en la indigencia”.

Así, cada una de estas crónicas es el relato de un fracaso: de la muchacha que abandona la escuela y se embaraza siendo aún una niña; del joven que es obligado a unirse a algún grupo paramilitar y luego debe volver al pueblo natal a matar a aquellos que lo vieron crecer; de la mujer que se esfuerza por montar una casa en un terreno abandonado y, después de que ha conseguido cosechar y vivir de su trabajo, es obligada por el crimen a irse del lugar a cambio de conservar la vida, y es la historia del hombre que es sacado de su casa y fusilado frente a todo el pueblo después de haber sido humillado por aquellos que poseen las armas. Sin embargo, a pesar de abordar estos temas, Patricia Nieto brinda al lector un texto que pocas veces escurre sangre. No es que romantice la violencia, sino que se apega a la víctima e intenta comprenderla desde su diario vivir y sus manías: “Al desterrarte, destruyeron tu mundo. No pudiste ni traer a tus muertos. Algunos alcanzaron velorio y funeral; otros quedaron abandonados en el patio, a pleno sol; los demás yacen en las raíces de los mandarinos, las ceibas, las palmas, las plataneras; muchos tuvieron como tumba un río que no para de viajar, otros encontraron abrigo en un cementerio lejano donde alguien decidió darles nombres, edades, colores y rezar por la salvación de sus almas”.

Hay en estas crónicas una poética de la cotidianidad, en la que la autora se permite editar los acontecimientos de la vida para darles un orden y una coherencia tal que entrega al lector un simbolismo de la realidad. Por ejemplo, en “La pasión según Caicedo” relata la viudez que sufre una profesora y cuanto revela en un párrafo es la evocación de un narrador que debió revisitar mucho a este personaje, para de ese modo abstraer el significado de un “simple” regreso a casa: “Los niños, los últimos a los que Fabiola Montoya enseñó a leer en Caicedo, asumieron como propio el duelo de su maestra. Todos los días la esperaron en el portón de su casa; la acompañaron a la escuela sin pasar por la plaza del pueblo, pues ella no volvió a pisar ese lugar; esperaron a que se sentara en su sillita de madera y le cantaron hasta que ella terminara de llorar y les dijera que era hora de regresar”.

Patricia Nieto se muestra como una observadora aguda capaz de transmitir cuando desea al utilizar las palabras precisas: “Los hombres permanecen inmóviles, sólo llora Napo que ya ha perdido los pudores que impone la virilidad” o “Parece un llanto sosegado como el que viene cuando los malos tiempos han pasado”. Y también es una narradora eficaz que va más allá de un lenguaje unívoco. Quizás esto le venga de ser lectora de poesía, según se aprecia en los epígrafes de sus libros, así como en algunos de sus textos. No por lo anteriormente expuesto sus crónicas dejan de ser periodismo, sino que logran asomarse al hecho informativo desde un narrador honesto que sabe posicionarse frente a la noticia y transmitir desde la subjetividad. No debe pensarse, en ningún momento, que sus textos incurren en falsedades. En ocasiones se puede leer el testimonio de la víctima, otras veces se escucha el pensamiento de la cronista, otras más se vislumbran las dudas que cualquiera podría enunciar, pero al ser muy claro el narrador en dirimir entre los hechos objetivos y el lenguaje subjetivo, la realidad que muestra no sufre alteraciones.

Crónicas del paraíso es un libro que nos recuerda la vulnerabilidad que se vive en muchos sitios de Colombia (y del mundo); es un texto que lleva a la reflexión, a intentar incidir en nuestra propia realidad para que no se llegue a los extremos que Nieto relata; es un ejemplar del que uno sale herido, con el corazón estropeado debido al manejo del lenguaje de la autora, pues sólo a través de él es que el lector puede comprender la brutalidad y la sinrazón (no sólo pasar los ojos por ella, para después salir a la vida como si nada). Cada una de estas crónicas es un hecho que rememora nuestro fracaso como humanidad, pero que también nos impulsa a mejorar aquello que hemos estropeado. Además, Patricia Nieto es una cronista que nos recuerda que el periodismo también puede ser literatura y que aún hoy existen autores que aman el lenguaje.

Patricia Nieto (2022). Crónicas del paraíso. Colombia: Tusquets.

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