Violeta de Isabel Allende / Guillermo Garrido
Hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir. Entre ambos hay un tiempo para recordar
De un tiempo para acá suelo leer los libros de Isabel Allende casi por una costumbre tan religiosa como la de ella de empezar una novela en la misma fecha todos los años. Los últimos tres o cuatro libros no me han gustado para nada. El tópico del recuerdo siempre está presente. A veces de una forma mejor y otras no tanto. Presiento que Isabel lleva ya algunos años despidiéndose de sus lectores a la misma usanza que sus personajes. A través de recuerdos, poco a poco, usando la nostalgia para aferrarse al presente y comenzar a aceptar un futuro inminente.
Debo decir que Violeta me gustó. La autora utiliza el recurso del género epistolar para tejer la historia del siglo XX pero de una forma muy sutil, sirviendo verdaderamente de fondo a la vida de su protagonista. Hay buenos personajes, vidas entretenidas y pasajes históricos que nos recuerdan mucho al presente.
Como promesa se nos presenta la vida de Violeta, saber cómo pasó de nacer en un casi latifundio venido a menos a convertirse en una mujer de 100 años llena de éxitos (económicos y morales). La fuerza del personaje radica en que puede ser quien sea. Su vida es cotidiana y su pensamiento se va adaptando a las épocas (como el de casi todos). Lograr que el lector se interese en qué pasa con una vida así, me parece un logro que solo un escritor experimentado puede generar.
El progreso desarrolla el contexto histórico del siglo XX. La novela empieza con una pandemia por la denominada “gripe española” y termina con la pandemia del COVID. En medio está la Guerra Fría y sus repercusiones en Latinoamérica a través de la Operación Cóndor. Se vislumbran las consecuencias principalmente en Chile y un poco en Argentina. En esos contextos se desarrollan sus personajes, evolucionan en pensamiento y se adaptan a las épocas que van cambiando de paradigma continuamente.
Y la recompensa, bueno… El final es nostálgico, potente, adecuado a la promesa que se presentaba de inicio. No hay nada de raro en predecir que así como la novela empieza con la vida de Violeta acaba con su muerte. De recompensa nos llevamos el sentimiento de un personaje y su emoción por haber vivido simplemente una vida.