La hija de la costurera de Joumana Haddad / Isabel Erreguerena 
Por Isabel Erreguerena
La hija de la costurera es la primera novela de la gran poeta y activista y Joumana Haddad. Una obra poderosa que cuenta la historia de cuatro mujeres que podrían ser la misma: abuela, madre, hija y bisnieta. De la crudeza de la realidad de los hilos de la memoria, Haddad deja el pasado como si fuera futuro para intentar sacudir a las mujeres de su entumecimiento y liberarla de su legado, de su fatum. Narrando todas las creencias que existían a su alrededor y cómo forjaron sus vidas.
Cuatro mujeres nacidas en distintas guerras Palestina, Siria, Líbano y el genocidio armenio, se unen en este absurdo tejido del destino a través del amor, el dolor, la maternidad, el duelo y la ferocidad de la lucha para seguir adelante. Haddad cose una novela que cimbra la vulnerabilidad detrás de la violencia. Mostrando la discriminación hacia las personas armenias por parte de los diferentes grupos, empezando por los turcos. La violencia hacia este grupo (incluyendo violencia brutal de género), asesinatos, violaciones, en caravanas donde la gente se había acostumbrado al horror. Ante esto Joumana se pregunta: “¿el poder corrompe a los seres humanos o estos tienen adentro bestias latentes, a la espera de la mínima oportunidad para despertar y empezar a masacrar a los demás humanos? ¿Todo el mundo es un asesino disfrazado?”
Con esta interrogante cuenta la vida de estas mujeres entrelazadas por las guerras de Medio Oriente. Lo que hace ponerle cara a esas guerras y sus afectaciones. Empieza con Qayah, contando sus desgracias como las partes positivas de su vida. Qana y su infeliz matrimonio con las cargas emocionales como de cuidado de la salud mental de su madre y hermana. Qadar, su rebeldía y sus romances llevados a los extremos. Y Qamar quien tiene ejerce una orientación sexual no hegemónica y cuestiona el éxito profesional de su madre que considera se tradujo en que no le pusieran atención y que vivieran en una familia disfuncional. Sus vidas entrelazadas entre su expertise para ser costureras, creando bellezas en la ropa con habilidades únicas e inteligencia.
Es un libro que narra la sexualidad y el erotismo rompiendo con los estereotipos y tabúes de las mujeres árabes, incluyendo infidelidades y abortos. Cuestionando la monogamia. De una forma sólo Joumana Haddad pudiera hacerlo. Con frases como: “Los dioses, si es que existen, son hombres sexistas”. Estas mujeres consideradas brujas por muchos por su pelirroja cabellera, cuyo origen viene más bien cuándo un grupo de vikingos fueron con 2 mil barcos a Constantinopla, pero nunca lograron conquistar la ciudad.
Narra también los diferentes conflictos entre grupos religiosos y étnicos que destruyeron vidas y familias. Provocando desplazamientos empezando de Jerusalén a Siria (Alepo) con el genocidio armenio en 1915, después el desplazamiento por la guerra árabe israelí en 1948 al Líbano en Beirut. Narrando la guerra civil libanesa en 1975. Después empieza la narración de la vida de Qadar que participó en la Revolución de los Cedros, un cambio que golpeó Líbano tras el asesinato del primer ministro Rafik Hariri el 14 de febrero de 2005 y la guerra siria en 2011, con las manifestaciones contra Ásad. Cuestionando “¿la guerra nos une o nos separa? ¿Hay vínculo más fuerte que el pesar?”. Tengo que decir que me aclaro mucho sobre las guerras actuales en esa región.
En este sentido, resalta la importancia de la memoria, aunque esta muchas veces sea muy difícil de contar. “¿Qué tal estamos para convertirnos en dueñas de las lágrimas de alguien más? Con frecuencia hacemos preguntas que en realidad no queremos que se respondan. Las preguntas nos alivian. pero debes en cuando las respuestas si llegan, inesperadas. La lluvia empieza a caer, más lluvia de la que nuestros ojos pudieran jamás absorber, y nos sentimos abrumada por la certeza de que nunca se nos devolverá la inocencia.”
También narra las relaciones desde lo cotidiano de los diferentes grupos étnicos. Tiene profundas reflexiones existenciales sobre nuestro sentido de vida cuando mueren nuestros seres queridos. Es muy interesante cómo empieza la historia de cada una de estas mujeres con una carta (cómo reina de diamantes, de corazones, de espadas, de tréboles) que dice sus características, cómo si esto marcara su destino de alguna manera. También el explicar cada nombre y su origen te hace que tengas una experiencia inmersiva en la vida armenia, pues esto es de suma importancia en esta cultura. Lo que significa tener etapas tan violentas que no se cuentan y analiza el concepto de “refugiado” es ante todo un estado mental, más que una situación. Pocos refugiados tienen la oportunidad o el valor de integrarse e identificarse de verdad con el país receptor. La integración requiere cierto grado de audacia incluso insolencia hacia los oriundos del lugar (…) el miedo intrínseco al rechazo, así como la falta de perspectivas, Hace que los refugiados se coagulen entre sí y formen comunidades, desconectadas de la sociedad local”.
Narra la discapacidad psicosocial, cuando estas vienen de tragedias o traumas. Y cuenta críticas claras a la religión cómo cuándo una mujer muere y por las normas no pueden enterrarla en un cementerio y dice: “al diablo a las personas que consideran la desesperanza un pecado mortal.” En ese sentido señala ¿porque tanta gente condena el suicidio y lo considera tabú o señal de cobardía? ¿no se requiere muchísima valentía para decidir una por su cuenta que “es momento de partir”? Señalando que la gente te tiende a pensar que quien es el suicidan se encuentran en un estado de demencia temporal, que en realidad no son conscientes de lo que hacen ebrios de desesperación, pero el suicidio es un acto consciente, por excelencia. No puedes suicidarte sin que tu conciencia sea por lo menos tu cómplice de asesinato.
Narra los matrimonios y el espíritu rebelde en cada una para vivir las vidas que les fueron recetadas, o de miedos y experiencias traumáticas. La complejidad de la maternidad en sus vidas y diferentes formas de educación. Tiene una parte interesante donde dice qué pasa con las hijas de matrimonios fracasados. “Se crían a las niñas para que perciban la vida en marcadas dicotomías: correcto y equivocado, negro y blanco. No están preparadas para manejar las zonas grises de las relaciones y entender que a veces “nadie está equivocado” o “los dos están equivocados”. Tiene que haber una víctima y un verdugo. Después, claro está, mucho después, adquieren las herramientas para asimilar lo que pasó y tienen que lidiar con la culpa de haber apoyado a una víctima, o un verdugo, por encima de otro.” Además, narra cuándo la violencia contra una hija es utilizada para vengarse de su pareja. Cuestionando si saben las parejas que pelean cuanto daño les hacen a sus hijas.
Cuestiona “¿De qué sirven los arrepentimientos? ¿Acaso la mayoría de los errores no son irremediables? Nos engañamos con la idea remordimiento y de recuperación, lo cierto es que una conciencia culpable seguirá resonándonos como golpes de tambor en los momentos y lugares equivocados”
Me encantó el listado de personajes principales y el cronograma que tiene al final, pues entre tantos eventos históricos importantes es fácil perderte. También es fenomenal la lista de literatura armenia y árabe que te deja para leer.
También las notas para el lector donde la autora se posiciona de forma interesante. Sobre todo, cuando reconoce su aprecio a la historia como estudio el pasado, sin embargo, “tiene puntos flacos, es decir, en el lenguaje frío de la historia de las víctimas se convierten en estadísticas, los depredadores en conquistadores, los especuladores en ganadores, los hogares en bloques de concreto, los lugares de origen en pedazos de tierra perdidos o conquistados y la aflicción en conquista o derrota. Se abandonan a los huérfanos, los deudos, las viudas, las violadas, los golpeados, los vejados; a quienes quedaron sin hogar o recibieron una bala, a los desplazados, los heridos, los masacrados, los muertos. Se abandonan a las víctimas inocentes de todos los bandos, quienes no tenían ni voz ni voto en las calamidades que aguantaron. Le dicen daños colaterales y el gran angular de la cámara de la historia (¿la escrita con los hombres?).”