Declaración de las canciones oscuras de Luis Felipe Fabre / Daniel Salinas Basave
Por Daniel Salinas Basave
@DanielBasave
Tuve en la prepa un muy buen y efímero maestro que poseía el don de saber contagiar la pasión por aquello que enseñaba. Se llamaba Pablo Urquiza y por él conocí a San Juan de la Cruz. Recuerdo la entonación con que Pablo nos leyó Noche oscura del alma y la confusión generada en mi cabeza adolescente.
En una noche oscura,
Con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
Lo primero que imaginas, es que el poema lo escribe una mujer, una amante furtiva que al amparo de las tinieblas acude a entregarse a su clandestino romance. Vaya, no es muy lógico pensar en la voz del alma saliendo del cuerpo a reunirse con Dios. ¡Oh noche que juntaste, Amado con amada, amada en el Amado transformada! Ahí, en ese doble juego, yace la fascinación de la poesía mística, nos explicó Pablo Urquiza. Es en torno a esa dualidad entre ontología y carnalidad donde Luis Felipe Fabre le da vuelo a la hilacha y se divierte como enano creando una novela que abreva de la mejor tradición picaresca española. Esta no es la historia de San Juan de la Cruz, sino la de su aromático y milagroso cadáver. Un timorato alguacil y sus dos escuderos reciben la delicada encomienda de trasladar el cuerpo de San Juan de la Cruz desde el monasterio de Úbeda hasta Segovia, en donde deben entregarlo a la noble dama Ana de la Peñalosa. Por supuesto, la gente de Úbeda no está dispuesta a entregar el milagroso e incorrupto cuerpo del santo, por lo que el alguacil y los suyos deberán darse sus mañas para transportarlo. Al cadáver lo delata su olor a jazmines y los extraños prodigios y reacciones que va generando a su paso, porque al igual que en la mejor poesía mística, aquí hay una dualidad entre lo sublime del alma y la cachonda carnalidad caníbal. La gente quiere poseer el cuerpo de San Juan, sino completo, al menos en partes. De esta forma asistimos al gradual desmembramiento del prodigioso cadáver. Road novel típicamente castellana en donde los portadores del cuerpo, al puro estilo del Quijote y Sancho, irán encontrando inverosímiles personajes y desatando extrañas confusiones a lo largo de su accidentadísimo camino. Amado en el amado transformada, prodigios de otredad y fusión de almas y cuerpos. Fabre disecciona el poema mientras los devotos diseccionan la santísima anatomía y las fronteras entre lo espiritual y lo carnal se amalgaman, todo con un tono y un lenguaje que envidiaría el Lazarillo de Tormes o el Buscón don Pablos. Siempre se agradece la risa (más en estos tiempos tan marros) y la broma erudita. Un divertidísimo alarde de travestismo poético… y el ventalle de cedros aire daba.