Las primas de Aurora Venturini / Martin Petrozza
¿Cuáles son los límites de la literatura? ¿Cuáles los del lenguaje? La mayoría de los escritores apuestan por comunicar sus ideas de la forma más tradicional, canónica o académica, con la intención (nadie puede culparlos) de expresarse correctamente. Pero…, y esta es la cuestión, ¿qué formas literarias son las mejores para expresarse mejor? De entrada, la puntuación, diría uno. Sin ella, los enunciados, los párrafos, se vuelven galimatías. Además, las ideas deben ser claras y ordenadas y no repetitivas o engorrosas. Los cabos de un texto deben estar bien atados, y los narradores no deben sobrepasar la línea que los separa del lector, es decir, ser impersonales.
Pues si bien todos coincidiríamos con lo anterior, en 2007 la escritora argentina Aurora Venturini ganó el premio Página/12 con la novela Las primas, y nos dio una lección de literatura: los límites de la expresión se expanden tanto como uno pueda vaciarse de prejuicios, y en tanto que el mensaje sea claro para la mente, que no tiene límites. Como aquellos mensajes escritos sin vocales que podemos leer porque los completamos automáticamente. Mejor dicho: como un cuadro puntillista. Así, Venturini nos entrega una obra que vista de cerca no contiene todos los puntos y comas, pero que, si uno se aleja, se forma el cuadro, la obra. A veces, saber quitar es tan importante como saber poner.
Desde la voz narrativa de una niña minusválida mental, Venturini nos adentra a un mundo familiar donde ocurren más o menos las mismas cosas que siempre han ocurrido en la humanidad y en las familias: incestos, traiciones, prostitución, secretos familiares, abortos, embarazos no deseados, y a veces alegrías y comilonas. Yuna, la personaje principal, nos cuenta, en el esfuerzo cansino de someterse a escribir bajo las reglas de la gramática, su vida en un pueblo de Argentina. Nos transmite, más con el corazón que otra cosa, cómo se vive la pobreza y la minusvalía acompañada de una familia disfuncional.
La mirada del mundo al que nos adentra es desgarradora, extrema, alucinante, al mismo tiempo que tierna e inspiradora. Es un claro ejemplo de cómo los extremos de la genialidad y la locura se tocan al grado de difuminarse.
Escrita de una o dos sentadas, a máquina, poco antes de la fecha final de entrega al concurso, Las primas revivió el viejo arte de escribir automáticamente, al puro estilo Beat de Jack Kerouac, donde lo importante es transmitir una emoción, un sentir, y para lo que, puntos y comas son, a veces, más un estorbo que una ayuda.
En esta vorágine, cuatro mujeres discapacitadas tratan de vivir lo más apegadas a las normas sociales que pueden. Betina, hermana de Yuna, es prácticamente un animal (sin ofender); su prima, Carina, nació con seis dedos en el pie, y su prima Petra padece de enanismo. A pesar de tener esto en contra, logran abrirse paso en la sociedad y ascender, por decirlo de algún modo, al grado de volverse independientes, o de casarse.
Una novela para pensar, por un lado, en qué significa que algo sea literatura; cómo se transgrede el lenguaje, y, por otro, ¿cómo podemos superar las circunstancias desfavorables de nuestra vida sin traicionarnos?