Tienes que mirar de Anna Starobinets / Adriana Dorantes

Tienes que mirar

9.2

TRAMA

9.0/10

PERSONAJES

8.0/10

ESTILO

10.0/10

ESCENARIOS/AMBIENTACIÓN

9.0/10

IMPACTO

10.0/10

Lo mejor

  • La desnudez y crudeza para abordar el tema
  • Qué está basado en hechos reales
  • Es un tema duro, pero tratado sin melodrama

Puede mejorar

  • Ahondar más en los personajes que acompañan a la protagonista

Tienes que mirar es un libro absolutamente conmovedor y muy duro que muestra dos realidades difíciles: por un lado, la del aborto y por otro la deshumanización y burocracia kafkiana del sector salud en Rusia. Estas situaciones se combinan para crear el infierno perfecto: se juntan la desesperación, el dolor y la angustia de una madre que tiene que terminar con su embarazo por razones médicas con la pesadilla de que al mismo tiempo debe luchar por hacerlo de la manera menos espantosa posible.


El simple asunto del aborto ya tiene sus complicaciones desde donde se le quiera ver. En este libro, el embarazo es totalmente deseado, pero debido a una enfermedad incurable los médicos ofrecen la alternativa de abortar incluso cuando se trata de un embarazo avanzado. La decisión de abortar o permitir que el embarazo continúe es la disyuntiva que nutre la primera parte del libro y es el asunto que revuela en la mente la madre: Anna, protagonista, narradora y autora real de esta novela que con este libro en realidad busca reflejar una parte de la vida verdadera.

Así pues, Anna —madre ya de una pequeña niña— y su esposo, tienen que hallar la mejor manera de “resolver” esta situación. Y ni el camino correcto ni la ayuda precisa son hallados en los hospitales rusos en los que a Anna la hacen sentir que está cometiendo una barbaridad y donde pretenden recluirla casi como una apestada de la sociedad. El matrimonio, afortunadamente, tiene los medios para trasladarse a otro país en busca de una ayuda más humana, y es en Alemania donde encuentran consuelo, doctores y psicólogos que los acompañan en todo el proceso.

Una de las partes más fuertes del libro es la que se relaciona con el título y de ahí que sea un enorme acierto llamarlo así: una vez que el bebé “nace”, la enfermera la pregunta a Anna si lo quiere ver, y no sólo eso sino que le recomienda fuertemente que lo mire, pues si no lo hace ahora después no será posible y, a partir de su experiencia, es muy probable que se arrepienta de no haberlo hecho. En ese momento Anna no desea mirar, más bien lo que quiere es olvidarse de que todo esto está sucediendo, echar a un lado que dará a luz a un hijo muerto (asesinado por su propia decisión). Sin embargo, su marido también la incida a mirar (él ya lo ha visto), entonces después de un día ella acepta verlo en un esfuerzo por superar el miedo de hallarlo en sus pesadillas. La mirada y el reconocimiento de un hijo que se sabe muerto desde antes de nacer es determinante en los siguientes sucesos, pues ella entiende que sí fue necesario mirar, a pesar del dolor y la angustia.

La última parte del libro se concentra en Anna y la manera en que trata de volver a su rutina, luego de ataques de pánico, ansiedad, incertidumbre y varias visitas al psicólogo, tanto para ella como para su pequeña hija que al ver a sus padres derrumbados comienza a asumir responsabilidades y pesos que no le corresponden. Luego de varios meses y ya con el asunto superado, Anna vuelve a embarazarse y logra dar a luz a un hijo sano. El final es absolutamente conmovedor: por otro motivo médico, el matrimonio vuelve al hospital en Alemania y hace una ofrenda de juguetes en la tumba de su hijo sin nombre, al que no dejarán de volverle la mirada cada que sea necesario.

En conclusión es un libro maravilloso, que estruja el corazón, y que habla de la pasividad de una sociedad que no sabe cómo tratar a la gente realmente, una sociedad que ve sólo por encima las cosas y asume situaciones que no conoce. Anna logra librarse de un sistema opresor y cruel, y puede darse a la búsqueda de otras alternativas más allá de la cerrazón impersonal y absurda de su propio país, pero no deja de preguntarse por el destino de aquellas mujeres que por diferentes razones no logran hallar alternativas y se convierten en víctimas de un sistema de las juzga y daña sin tratar de entenderlas.

Tienes que mirar es un gran testimonio y, al mismo tiempo, aunque no se pretenda así, es una gran novela que muestra una cara difícil de la humanidad y de cómo se puede salir de abismos que llegan sin pedirlos. 

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