“Crímenes casi inéditos”, de Max Aub / Por Miguel Ángel Hernández Acosta

“Algunos poetas, más fieles al servicio público que a su dictamen interior, abandonan totalmente el arte; otros esperan la jubilación para dar lo guardado”


Las revistas culturales son espacios a los que uno puede voltear y encontrarse con un pasado casi olvidado. Las maneras de acercarse a ellas son muy variadas, pero es común que se acuda a sus páginas para extraer a un autor y analizar o describir aquellos artículos que en un principio parecían haber sido escritos contemplando una fecha de caducidad. Es decir, el paso previo a la celebridad (no habría que olvidar que justo en estos repositorios es donde se formó gran parte de la literatura latinoamericana y que los autores hoy canónicos hicieron sus primeras incursiones en este tipo de publicaciones).

Lo anterior es visible en Crímenes casi inéditos, Max Aub en la Revista de la Universidad de México, donde podemos acercarnos a artículos breves publicados en dicha revista por este autor de múltiples oficios y querencias nacionales: fue escritor, pintor, funcionario universitario, guionista y dramaturgo, por mencionar sólo algunas de sus actividades; y nació en Francia, se exilió de España y murió en México.

Estas colaboraciones empezaron en 1948 (Aub recién había llegado a nuestro país) y se extienden hasta 1971 (poco antes de su muerte). En ellas se aprecia a un analista literario agudo y a un pensador irónico que contempla al mundo a través de unas gafas en donde la cultura y el saber son el armazón que le permiten hablar con seguridad y valía.

Integrado por dos grandes secciones, este libro nos muestra a un Max Aub que es enfático en sus opiniones literarias. En la parte consagrada a los artículos, por ejemplo, habla de la poesía de Xavier Villaurrutia y sentencia que la imitación de un romanticismo (que está pasando de moda) quizá “sea una de las causas de la falta de vigor y autenticidad de la mayor parte de la literatura actual”. Más adelante, al referirse a la creación poética mexicana de las décadas de 1950 y 1960, apunta que existen “Algunos poetas, más fieles al servicio público que a su dictamen interior, abandonan totalmente el arte; otros esperan la jubilación para dar lo guardado”.

Asimismo, esta sección lo muestra como un gran conocedor de la vida de Lope de Vega o como un ser reflexivo que puede hallar una genealogía de la figura del Don Juan que llega hasta el mismo Hércules. Además, se aprecia al humano que escribe tras la muerte de seres queridos como Remedios Varo, Luis Cernuda, Enrique González Martínez. Este escritor es uno memorioso, humorista, incisivo… Es también una especie de maestro que comparte lo que sabe y es capaz de hacer que el lector siga su propio método de pensamiento. Es un ensayista cuyo lenguaje ha sido pulido y que pareciera no minimizar esos textos que aparecerán en una revista, pero que al trasladarse al libro adquieren autonomía, poseen una calidad que los valida y se vuelven atemporales.

La segunda sección del libro se compone de una varia invención en la que lo mismo se muestran narraciones breves o cuentos que textos con formato dramático o un poema. El humor aquí se transforma en el protagonista de los textos y si bien a veces la anécdota que cuenta Max Aub es mínima, por ejemplo en el cuento “El caballito”, la afortunada prosa regocija al lector a partir del punto de vista tan peculiar del autor. Imagínese un cuento en donde cuatro cuartillas son utilizadas para nombrar los diferentes municipios del país en cuyo nombre se alude a san Santiago, o ese otro en donde se sigue el rastro histórico de unas sábanas tejidas por alguna bisabuela. Aunado a ello, se presenta una selección de “Crímenes casi inéditos” que continúan con esa otra obra suya, desternillante y atroz, que es Crímenes ejemplares. Baste mostrar uno para comprender el estilo de Aub: “De mí no se ríe nadie. Por lo menos ése ya no”.

El prólogo de Jorge Volpi refiere que el libro surge a cincuenta años de la muerte de Aub, quien dirigió Radio UNAM e ideó la colección literaria: Voz Viva, en la que diversos autores grabaron sus voces y gracias a la cual podemos tener un mayor acercamiento a ellos. El ejemplar, además, reproduce algunas de las viñetas de época que aparecían en la Revista de la Universidad de México cuando Aub colaboraba en ella. Si bien el rescate del autor invisibiliza el peso e importancia de la publicación mensual universitaria, propicia la reflexión sobre la calidad que un autor podía reproducir en un texto cuya publicación era destinada a páginas cuya finalidad primaria no era perdurar. En este sentido, es inevitable la comparación con muchos de los artículos de las publicaciones periódicas culturales actuales, además de que visibiliza una forma de comprender la cultura y la literatura más sustancial, más pensada en un lector que no tenía prisa por entender el mundo ni tantas distracciones que lo alejaran de la cultura impresa.

Además, Crímenes casi inéditos. Max Aub en la Revista de la Universidad de México propicia una vuelta a las páginas de esta publicación universitaria en donde las mejores plumas de diversas décadas dejaron su huella. Este libro es, sin duda, un gran acierto de la UNAM y de Camilo Ayala Ochoa (quien recuperó los textos de Aub), pues trae al presente a un escritor de grandes méritos y a una revista que de nuevo es un escaparate interesante de lo que la Universidad considera la difusión de la cultura.

Crímenes casi inéditos. Max Aub en la Revista de la Universidad de México. México: Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial/Dirección General de Radio UNAM/Secretaría de Extensión y Proyectos Digitales/Voz Viva, 2022.

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