La contracultura en México de José Agustín / Martin Petrozza
Un libro de historia, un libro educativo, un libro de protesta, un libro auténtico y necesario. Un libro de cabecera para todo mexicano.
En La contracultura en México (1996), el escritor José Agustín, miembro activo de La onda, nos relata cronológicamente los sucesos acontecidos desde la década de 1940 hasta la de 1990, en la Ciudad de México (y sus raíces norteamericanas), en el submundo de la contracultura.
Comenzando por los Pachucos de la frontera, continúa con los existencialistas y los Beatniks norteamericanos, los rebeldes sin causa, los jipis, los jipitecas, La onda, los punks, y por supuesto, el rock mexicano.
Con ágil narrativa y visión aguda, el autor nos adentra en un viaje por los acontecimientos más importantes de Estados Unidos, como el concierto de Woodstock, hasta su versión mexicana, el concierto de Avándaro; desde la ideología musical del blues de Misisipi, hasta el grunge de los años noventa. Desde el primer acercamiento de la sociedad americana con las drogas alucinógenas, como el LSD, hasta el uso de MDMA característico de finales de los ochenta y principios de los noventas utilizado principalmente en raves o “conciertos” de música electrónica.
Sin lugar a duda, un paseo enriquecedor a lo largo del Estigia, guiados de nuestro Virgilio: José Agustín, quien vivió en primera persona todos los eventos descritos y explicados, y los transmite desde la visión de un mexicano que vivió al máximo su México. Uno que no se quedó “…como el chinito: nomás milando”.
Un libro de historia, un libro educativo, un libro de protesta, un libro auténtico y necesario. Un libro de cabecera para todo mexicano. La contracultura en México es todo ello y además, una demanda al gobierno que asesinó a estudiantes, que nos prohibió el rock y que encerró a jóvenes sólo por llevar el pelo largo o vestirse con pantalones de mezclilla. Una crítica a la sociedad que se creyó las mentiras del gobierno sobre los jóvenes rebeldes que lo único que deseaban era un México mejor, un gobierno mejor, un mejor lugar para vivir y ser libres. Una protesta contra la opresión a la libertad artística, la opresión intelectual y la opresión de la libertad de expresión.
Vivimos en un México censurado por los grandes medios de comunicación que nos hicieron creer que el rock es malo, que los jipis fueron gente sucia y sin valor, que nos metieron en la cabeza lo que es “correcto”, pero desde su punto de vista, no desde el nuestro. Y que censuraron a los actuales jóvenes la verdad de los tiempos en que otros jóvenes se levantaban ante la opresión y se unían sin importar clase social, sexo, religión o nacionalidad:
De cualquier manera, por mucho que se esforzara el aparato represivo, ya no era posible parar la rebelión psicodélica. Tanto en México como en Estados Unidos, los jipis gringos llegaron a establecer incontables contactos con jóvenes mexicanos que en general eran afines y que, a pesar de la enorme diferencia entre ambos países, compartían una profunda insatisfacción ante los asfixiantes modos de vida, que bloqueaban la expresión libre y natural.
José Agustín
¿Dónde quedaron estos jóvenes con ganas de ser libres? Quizá el gobierno aplastó de tajo la voluntad juvenil. O quizá, las contraculturas no nazcan ni mueran, solo se transformen.