Sidi de Arturo Pérez-Reverte / Guillermo Garrido

Sidi

8.9

TRAMA

8.0/10

PERSONAJES

9.5/10

ESTILO

9.5/10

ESCENARIOS/AMBIENTACIÓN

9.5/10

IMPACTO

8.0/10

A lo largo de mi vida activa como lector, he leído diversas obras literarias de Arturo Pérez-Reverte. Destaco obras como El club Dumas (1993), El pintor de batallas (2006) y Hombres buenos (2015). Esta última, en particular, me pareció por demás interesante porque describe el ambiente que se vive en la Real Academia Española (por lo menos en el siglo XVIII). Sin embargo, esa obra del 2015 fue la última que había llamado mi atención hasta ahora. De la trilogía Falcó sólo alcancé leer unas cuantas páginas (el tema no me interesó) y Los perros duros no bailan (2018) lo pasé de noche. Así que desde el 2015, de Pérez-Reverte sólo me interesaban sus tuits; los cuales, si no sigues, recomiendo ampliamente que lo hagas en la cuenta @perezreverte. Como buen pensador, suele lanzar flechazos a veces atinados y a veces desatinados, pero que no dejan de generar polémica (y por lo tantos hilos enteros de conversación).

Menciono el tema de los tuits porque fue así como llegué a interesarme por su novela SIDI (2019), la cual se basa en uno de los personajes más famosos de la literatura y la historia de España. Honestamente, no soy muy fan del famoso Rodrigo Díaz de Vivar ni en vida ni en obra (poesía épica, representaciones en teatro, series de televisión, etc.). Leí la obra clásica en la preparatoria, en la Universidad y más adelante por placer, pero nunca llegó a engancharme. Quizá porque suelo ser más fantasioso y busco héroes más cercanos a Ricardo Corazón de León, mientras que El Cid siempre se muestra demasiado humano. Es decir, nunca he andado por la vida creyéndome El Cid, luchando contra moros y cristianos y proclamando mi amor por el rey Alfonso; pero sí como Ricardo I peleando contra las injusticias de Enrique II. Sin embargo, un día mientras navegaba por el twitter, di con un tuit que me animó a leer la obra.

SIDI o la desmitificación de un héroe nacional

“Eso de que El Cid era un patriota español es mentira”.

Arturo Pérez-Reverte

Dice el autor, en una entrevista para NATGEO España, que la mejor parte de escribir una novela es el trabajo de documentación. Con otros escritores no lo creería, pero con Pérez-Reverte se nota el cuidado que pone a cada detalle de la novela; desde la construcción de los personajes, pasando por las locaciones hasta llegar a las formas de habla. De SIDI lo que más se me ha quedado es el dialecto castellano de la época a tal grado de que ahora ya utilizo frases como “por vida de” que está totalmente fuera de contexto, pero que hace mi vida más llevadera.

Si leen esta historia no esperen encontrar el drama de su destierro, ni el problema de sus hijas con los Infantes, ni la famosa afrenta de Corpes. No, lo que hace Pérez-Reverte es describir a un Cid, o SIDI como le decían los moros, humano y completamente ajeno al pueblo de Castilla (aunque eso sí, siempre fiel al rey Alfonso). En SIDI, Rodrigo Díaz de Vivar sólo es un hombre con un pequeño ejército que va creciendo con el paso del tiempo, el cual tiene como principal objetivo sobrevivir día a día en un mundo convulso. 

Para mí, SIDI tiene tres partes importantes. En la primera, Rodrigo Díaz, después de ser desterrado y de haber tenido que dejar a su familia, trabaja por encargo para salvaguardar la paz en la frontera sur. Aquí hay una primera parte muy bien lograda, en donde se describe, lentamente, cómo la pequeña hueste de El Cid va siguiendo los pasos de una hueste mora que acecha a los pueblos castellanos. Se muestra a El Cid con un ejército pequeño, que está en plena construcción. En la segunda parte se narra la afrenta que sufre Rodrigo Díaz al ser rechazado por el conde de Barcelona. En la tercera parte, la más importante pero no la más interesante, aparece un Cid ya consolidado, luchando codo a codo con el taifa Mutamán de Zaragoza contra ejércitos moros, castellanos y francos. Hasta aquí llega la novela. SIDI no narra la parte de la reconciliación de Rodrigo Díaz con el rey Alfonso (en gran parte causada por la fama que había adquirido luchando con los ejércitos de Mutamán), ni su segundo destierro, ni la boda de las hijas, ni nada más. Creo que la intención del autor, y es lo que hace agradable la lectura de esta nueva “reinvención” del personaje, es mostrar que los héroes nacionales lo son por casualidad, por conveniencia y por egoísmo. En fin, los héroes se construyen por casualidad.

Fuera de la historia, la lectura de SIDI es corta y se hace ligera (sobre todo en la primera parte). En esta novela podemos encontrar a un Pérez-Reverte estudiado, sólido y con una narrativa ágil y precisa. Al final, creo que el autor tiene razón cuando afirma lo siguiente:

“El Cid era un tipo que, en un territorio turbulento, sangriento e incierto se buscaba la vida. ¡El Cid era un mercenario”

Quizá el Rodrigo Díaz de Pérez-Reverte se parezca más a un Ricardo Corazón de León. Quizá…

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