Palabras como golpes, como balas. Crónicas infrarrealistas de varios autores / Javier Moro
Palabras como golpes, como balas, es un recordatorio, en muchos sentidos, de que nuestro continente está cruzado por muchas violencias, pero justo también, por muchas resistencias, que es necesario conocer, para entender que las luchas en muchas comunidades se siguen dando, a pesar de las profundas desigualdades que permean a lo largo y ancho del continente.
Palabras como golpes, como balas. Crónicas infrarrealistas
Lo mejor
- Un libro que aborda una variedad de temas que van desde lo social, el cine, el periodismo, el deporte, lo que nos permite observar la diversidad cultural de América Latina
- Un libro con un enfoque social y político lo cual también conocer más de diversos grupos y colectivos del continente
- Es una antología que permite conocer del periodismo que se está realizando en otros países de América Latina
Puede mejorar
- Algunas crónicas abordan realidades políticas extranjeras, y tal vez era necesario una pequeña nota contextualizando cuándo se realizó la crónica, para que el lector tuviera más información
Me permití realizar una reseña sobre un libro de periodismo, como es esta antología de crónicas publicada en el 2019, por Rayuela Diseño Editorial, y que fue antologada por el periodista regiomontano Diego Enrique Osorno, pue reúne a un grupo variopinto de periodistas latinoamericanos, que se acercan con una mirada filosa y crÍtica a la terrible y cruda realidad que vivimos en varios de los países del subcontinente. Lo que hace de este libro un documento muy valioso, que desde lo periodístico busca desentrañar un momento histórico cruzado por la violencia, el despojo, la desigualdad, pero también, por las muchas y variadas luchas de resistencia que cruzan América Latina en la última década.
El subtítulo del libro, “crónicas infrarrealistas”, por supuesto nos hace una referencia poderosa a la literatura, a Roberto Bolaño y a los poetas de la última vanguardia literaria mexicana: Los infrarrealistas. Pero por supuesto la elección del subtítulo no es casual, pue creo que busca vincular a este grupo de cronistas con el espíritu, con la vitalidad y el aire contestatario y crítico de los infras. No me queda la menor duda de que este deseo se cumple a lo largo de las once crónicas que conforman el libro, escritas por los periodistas Víctor Hugo Michel, Juan Pablo Meneses, Paula Mónaco Felipe, Wendy Selene Pérez, Vania Pigeonutt, Emiliani Ruíz Parra, César Alán Ruíz García, Alejandro Sánchez, Neldy San Martín, Wilbert Torre, Alma Vigil y el mismo Diego Osorno.
Un libro que cruza el continente con crónicas desde las protestas estudiantiles y sociales de Chile en 2019, como la realizada por Juan Pablo Meneses, titulada con aire profético “La semana en qué cambio la historia de Chile”, que nos relata en primera persona cómo las protestas, que cimbraron a Chile y que terminaron obligando a la clase política del país a llamar a una elección de una Asamblea Constituyente el año pasado, se tomaron las calles. Miles de chilenos tomaron las calles, se abrazaron, tocaron las cacerolas desde sus calles, desde sus balcones, se enfrentaron a los Carabineros, quienes cometieron abusos terribles, pero que no lograron acallar las protestas. Ni siquiera con la declaración del presidente Piñera del toque de queda, las protestas en las calles se detuvieron. Lo que finalmente generó una convocatoria para la creación de una nueva constitución. Un triunfo total de la ciudadanía, cansada de la situación económica del país, que fue durante años conocido por las políticas económicas neoliberales.
Por su parte, Wilbert Torre, en la segunda crónica del libro, “No diga que tomó la pistola del cajón” nos permite entrar en la intimidad de la vida apasionada de su padre, periodista durante muchos años del periódico La Prensa. Trabajó que le permitió recorrer el país durante las décadas de los setenta y ochentas del siglo pasado, narrando lo mismo las peripecias cotidianas de la Ciudad de México, que creció y se volvió cada vas más caótica, que la pobreza terrible que sigue dominando la vida de los indígenas en la Sierra Tarahumara. La crónica de Torre nos da cuenta de la vitalidad de su padre, quien también pudo cubrir la muerte del periodista mexicano Carlos Denegri, asesinado por su tercera esposa, cansada de los maltratos del periodista, que fue retratado en toda su vileza por el escritor Enrique Serna, en su novela El vendedor de Silencio, publicada recientemente.
Por su parte, la periodista Vania Pigeonut nos retrata la difícil vida de los sembradores de amapola en el Sierra de Guerrero, que han visto caer sus ganancias ante la irrupción de una nueva sustancia, que parece estar desterrando a la heroína mexicana del mercado de drogas en los Estados Unidos: el Fentanilo.
La de Pigeonutt es una crónica que se centra en la vida de los campesinos mexicanos que durante años sembraron la flor en los agrestes y bellos terrenos de Guerrero, para sobrevivir, para poder completar sus quincenas, para poder mandar a sus hijos a las escuelas superiores en las ciudades del estado. Pero ahora, con la irrupción del fentanilo y la caída del precio de la goma, su situación económica ha empeorado. La única esperanza parece ser que el gobierno legalice el producto para ser utilizado en la industria farmacéutica. Un camino que no ha avanzado mucho, por desgracia. Sin embargo, la violencia de los grupos delincuenciales, que han diversificado sus acciones, y ahora buscan controlar todas las actividades delincuenciales que se realicen en las diferentes comunidades, afectando directamente a la población.
Por su parte, las periodistas Paula Mónaco Felipe y Wendy Selene Pérez, compartieron el día a día de las madres y padres del Colectivo Solecito en Veracruz, que trabajan en la fosa común más grande de nuestro país, descubierta en Colinas de Santa Fe. Una crónica durísima, pero esencial para conocer la labor de estas madres incansables, que todos los días salen a buscar a sus hijos, a sus familiares, que han sido desaparecidos por la delincuencia organizada en el estado.
Palabras como golpes, como balas, es un recordatorio, en muchos sentidos, de que nuestro continente está cruzado por muchas violencias, pero justo también, por muchas resistencias, que es necesario conocer, para entender que las luchas en muchas comunidades se siguen dando, a pesar de las profundas desigualdades que permean a lo largo y ancho del continente. Pero también es un libro que nos recuerda el valor y el impacto social que tiene el periodismo hecho en nuestros países. Los cronistas reunidos en este libro son una muestra de la diversidad y el poder que tiene el periodismo hecho en América Latina. Un periodismo comprometido con las luchas sociales, y que por lo mismo también ha sido blanco de los ataques de los poderosos. Un libro hecho de miradas críticas y curiosas que se acercan a la realidad cotidiana, para contarla, para nombrarla. Es ahí en donde se encuentra la riqueza de este libro de crónicas, que hay que decirlo, aborda una variedad de temas que van desde lo social, el cine, el periodismo, el deporte, lo que nos permite observar la diversidad cultural de América latina.